del mundo, en un tejido de cuerdas, flautas y suaves percusiones; en comunión con el público, para crear un espacio en donde todos nos sintamos acogidos y abrazados por el cálido reconocimiento de nuestra humanidad compartida, y de la importancia de conectarnos entre nosotras/os desde el corazón, más allá de todas las posibles diferencias que nos rigen en la sociedad.
La música siendo el hilo conductor de nuestros espacios vacíos y silenciosos interiores; para desde ahí ser, escuchar, crear, conectar.
"Donde el lenguaje se detiene, comienza la música", dice Markus.
"Deseamos crear este espacio donde las personas puedan llegar a un lugar tranquilo dentro de sí mismas, donde realmente puedan escuchar", agrega Angélika. “Entonces el canto o la interacción musical se vuelven mucho más profundos. Necesitamos venir del silencio; cualquier creación viene primero de un espacio tranquilo, de la nada “.
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